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jueves, marzo 28, 2024
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El angustiante reclamo de una mujer con discapacidad que se siente privada de su libertad en una institución de Hurlingham

Desde hace 28 años, Silvana Viviana Sívori (52) está alojada en la casa San Juan de Dios, de Hurlingham. Primero pasó un período en el establecimiento de Ramos Mejía y luego fue derivada a la sede de William Morris, sobre la calle Villegas al 3000. Ella padece una enfermedad llamada cuadriparesia espástica, por la que está en silla de ruedas: es que su cuadro requiere atención las 24 horas del día.

PAMI le cubre el alojamiento desde hace casi tres décadas y la obra social siempre le cumplió, pero de repente se encuentra con una situación que la tiene “angustiada”, según ella misma definió en conversación telefónica con Primer Plano Online. Es que una nueva directora se hizo cargo del centro y “me invitó a irme”, con el pretexto de que dejó de ser para alojar a personas con discapacidad y pasó a ser un centro de rehabilitación.

“Los sacerdotes que estaban antes nos aseguraron que nunca nos iban a sacar, pero esta señora me quiere echar. Y no me dejó ir a pasar las fiestas con mi mamá, que tiene 80 años. Lo que me dijo es que si salía no podía volver a entrar, por eso desde octubre pasado ni siquiera puedo salir a dar una vuelta con una amiga para tomar un helado o a las misas de los domingos”, describió Sívori.

El San Juan de Dios de Hurlingham es un centro de administración privada, en el que PAMI costea el alojamiento de la paciente. De hecho, cuando una hermana de Sívori informó de la situación al organismo nacional, la respuesta que recibió es que no había otro establecimiento disponible para que ella pueda estar. “En PAMI o cuentan con geriátricos o con lugares para pacientes con problemas psiquiátricos, que no es lo que yo necesito”, afirmó la mujer.

Más allá de la cuestión estrictamente burocrática, el planteo de Silvana va por otro lado. “Yo ya hice mi duelo lloré mucho y entendí que me tengo que ir de la institución, pero mientras que se encuentre otro lugar necesito respeto y consideración como cualquier otro ser humano”, rogó en la charla con este medio.

La apuntada por sus críticas es Verónica Matassa (M.N 118772 – M.P 334688), nueva responsable del centro de rehabilitación, a quien le ofrecieron firmar un papel con escribano por medio para que ella y la institución queden fuera de toda responsabilidad si a Silvana le pasaba algo en alguna salida y “se negó”, narró la paciente.

Y enfatizó para cerrar: “necesito que deje bien en claro el daño psicológico y atropello a mis derechos de parte de esta persona, que debe dejar de maltratar a gente con discapacidad. Yo me siento privada de mi libertad. Hace ocho días me hicieron un cambio de cuarto y me pusieron con una abuela que de noche no duerme y grita, pide por su familia”.

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