
Quedó comprobado en el juicio que Cristian Halliú (37), el femicida de Cintia Laudonio (25), tenía una obsesión con la joven madre de Castelar, a quien asesinó en su casa en presencia de los tres hijos de la mujer. La persecución a la que la sometía era tal que no tuvo reparos en que lo echaran de su trabajo por pasarse gran parte del día mandándole mensajes amenazantes.
Cintia había hecho varias denuncias en la fiscalía y en la comisaría de la Mujer. La última presentación había sido el 22 de febrero, sólo dos semanas antes de la fatídica noche del 6 de marzo en que fue asesinada de 22 puñaladas. Hasta esa vivienda de Curuchet 1630 llegó el criminal, que saltó una reja, ingresó por una ventana y le asestó las cuchilladas mortales.
Sin embargo, como reveló Primer Plano On Line la semana pasada, ella no murió en el dormitorio en que fue atacada sino que logró caminar hasta el baño. La suposición es que, herida de muerte como estaba, se aseguró que sus hijos estuvieran a salvo de la bestia que la había apuñalado. Cuando Halliú se retiró del lugar, entonces las fuerzas se le agotaron.
En una habitación contigua estaban los tres hijos de la joven mamá. Cuando escuchó ruidos, Azul, la mayor de los tres, abrazó a su hermanito menor, prendió la tele, puso dibujitos y subió el volumen para que no escuche nada. Al rato, cuando la furia que se escuchaba afuera se calmó, la nena que tenía nueve años en ese entonces, llamó primero al 911 y luego a su abuelo. “Entró Cristian por la ventana, le pegó a mamá, está llena de sangre. Me parece que está muerta”, dijo que su voz entrecortada según contó Roberto Laudonio, el padre de Cintia, en conversación con el programa Primer Plano Recargado.
Durante la entrevista, la suegra de la víctima, Graciela Arena, hizo un pedido especial a la gobernadora de la provincia de Buenos Aires. Ocurre que ella y Roberto son pareja desde hace 17 años y están al cuidado de los hijos de Cintia. “Le quiero pedir que nos reciba, porque queremos pedirle la pensión para nuestros nietos. No tenemos a veces los recursos para acompañar a los chicos”, le solicitó a María Eugenia Vidal.
LA VOZ DE LA ABOGADA
María Inés Terrizzano es la abogada que llevó el caso de Cintia. Ella integra el Centro de Protección a la Víctima que funciona en el Departamento Judicial Morón y dejó una frase inquietante en medio de la charla con el panel de Primer Plano Recargado.
“La muerte de Cintia no se podría haber evitado. Era una persona que hasta perdió su trabajo en una empresa de venta de electrodomésticos por estar entre cinco y seis horas mandando mensajes acosándola”, graficó la letrada.
La obsesión de Halliú formaba parte de su personalidad dual. Por ejemplo, es el padre del hijo menor de Cintia pero nunca se hizo cargo del nene, y ni siquiera le dio el apellido. Apenas si de vez en cuando le llevaba algo de dinero. Lo único que le importaba era poseer a esa mujer a la que terminó matando salvajemente.
Pero también en el juicio se demostró que el crimen fue planificado y no producto de un arranque de locura. “Su actitud fue muy premeditada. Había ido a comprar un martillo que llevó la noche del ataque, en donde la asesinó con un cuchillo nuevo que había traído del exterior”, contó Terrizzano, quien también reveló que días antes del crimen había ocurrido un episodio similar en la misma casa. “Él había ingresado al domicilio y se había quedado debajo de la cama esperándola. Y no pasó nada porque Cintia se dio cuenta y salió corriendo”, concluyó.
