
Una situación violenta que provocó caos e incertidumbre se vivió el sábado por la noche en la sede de la cooperativa La Nirva, sobre la calle Dorrego al 800 en Lomas del Mirador. Mientras la línea de producción y de administración estaba frenada por el fin de semana largo, cuatro sujetos irrumpieron en la fábrica por una puerta lateral de la calle Quintana y se vieron cara a cara con el sereno, que alcanzó a avisar a sus compañeros y compañeras de lo que sucedía.
De inmediato, un nutrido grupo de los 55 trabajadores que sostienen la empresa se presentó en el lugar y logró que los intrusos se vayan del lugar, sin violencia pero sí con gritos e insultos. Al grito de “unidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode, se jode”, la sede quedó rápidamente desalojada, incluso con un móvil policial que fue convocado de urgencia.
“Duró poco más de una hora. No sabemos qué fueron a buscar porque no se llevaron ni tocaron nada. Pero estamos seguros que se trata de secuaces de Matías Pérez Paradiso (el dueño), que nos intenta amedrentar”, contó a Primer Plano Online una de las referentes de la cooperativa. La Nirva quedó bajo ese formato luego del abandono del empresario, que debe más de un año de salarios al personal.
Las y los trabajadores de La Nirva echaron a la patota y recuperaron la fábrica! Felicitamos la rápida y contundente respuesta de las y los que se organizan desde abajo. Ninguna patota va a parar la fuerza de esta lucha.#LaNirva pic.twitter.com/L42XR1OBng
— Federico Winokur (@federicowinokur) December 6, 2020
Lo que definieron, a partir de este hecho, es repartirse los horarios para que haya presencia permanente en el lugar. Quieren, principalmente, custodiar las máquinas como medio de producción, y que nadie rompa nada ni se lleve lo que no le corresponde. Saben que ese es su principal resguardo para dar continuidad a su fuente de ingreso diario.
Con la materia prima con la que cuentan siguen fabricando los alfajores Grandote 2 y Grandote 3, por el momento, aunque tienen la expectativa de incrementar la producción de cara a las fiestas de Navidad y Fin de Año. Cuentan, además, con la ayuda de agrupaciones políticas, sociales, y un fondo de lucha que les permite comprar materias primas.