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jueves, marzo 28, 2024
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Hurlingham – Condenaron a perpetua a un indigente que asesinó a una mujer mientras robaba una casa

Un crimen que conmovió a Hurlingham a finales de 2016 recién pudo tener justicia ayer, con la sentencia definitiva que dio a conocer el Tribunal Oral Criminal Nº 3 de Morón. Se trata del asesinato de María Lucía Argüello (31), quien murió por varias puñaladas en lo que luego se descubrió fue un intento de robo a la casa que cuidaba en la Avenida Vergara Nº 5.130 en la localidad de William Morris, lugar en el que actualmente funciona la Fiscalía Federal a cargo de Santiago Marquevich.

El cadáver de la víctima presentaba numerosas heridas punzo cortantes en distintas partes de su humanidad, por lo menos diez, de las cuales tres eran profundas y una de ellas, a la altura del cuello, fue la causante de su muerte. La investigación posterior al sangriento hecho logró determinar que el asesino fue Ignacio Nicolás González, alias ‘El Colo’, un joven que tenía 19 años al momento del crimen (actualmente 22), que vivía en situación de calle y tenía como refugio un lugar conocido como parador del Gauchito Gil, frente al polideportivo de Hurlingham.

Casa donde ocurrió el crimen, sobre la avenida Vergara al 5.300: ahí funciona actualmente la Fiscalía Federal de Hurlingham

Los jueces Mariela Moralejo Rivera, Diego Bonanno y Cristian Toto condenaron a prisión perpetua a González por considerarlo autor del delito de robo agravado por el uso de arma y homicidio criminis causa, es decir, que mató a la víctima para poder lograr su cometido. Además, le agregaron una causa previa que tenía el sujeto, que fue un hurto de macetas en una vivienda ubicada en Sarmiento al 3800, de José C. Paz, a la que ingresó el agosto de 2015 para llevarse unos portamecetas y, cuando fue sorprendido por los propietarios, intentó escapar saltando la reja perimetral de la casa, pero quedó enganchado con su pantalón. Así lo encontró la Policía y aprehendió de inmediato.

La muerte de Argüello la concretó casi un año y medio después de aquella andanza que hasta pareció un acto de estupidez, de alguien no preparado para el delito. Sin embargo, aquel hecho fue el puntapié inicial de la bestialidad que llevaría al asesino a quitarle la vida a María Lucía la tarde del 27 de diciembre de 2016, cuando la chica había ido a la vivienda que cuidaba, por donde la iba a pasar a buscar el novio.

Argüello llegó en su bicicleta blanca, con su teléfono celular y un tupper con comida para el perro, como hacía habitualmente. Pero en la casa se encontró con movimientos extraños, cosas revueltas y el asesino en su interior. Lo que quedó comprobado en la autopsia es que el sujeto la atacó por la espalda con un elemento cortopunzante, quizá la barreta envuelta en un sweter azul con la que lo vieron caminar por el barrio durante la tarde. Ella intentó defenderse, pero no pudo soportar la gravedad de las heridas que padeció.

El fallo del Tribunal Oral Criminal Nº 3 de Morón sumó los dos hechos: el hurto en José C. Paz, en el cual el condenado quedó enganchado de la reja, y el crimen de Lucía

“Lamentablemente, María Lucía no pudo expresar con palabras aquello que le sucedió, pero las señales que dejó a su muerte dicen mucho sobre ello”, indica un párrafo del fallo firmado por los magistrados intervinientes. Esas señales fueron las heridas que tenía en su cuerpo el asesino al momento de su arresto, el 4 de enero de 2017: una lesión contuso-cortante de dos centímetros de longitud en lateral interno de la primera falange del dedo pulgar, que se provoca por un choque o roce contra una superficie dura, fina y filosa, de una data aproximada de entre 7 a 10 días. El crimen lo había cometido ocho días antes.

Además del testimonio de las personas que lo vieron merodear la zona en la tarde del asesinato, fue clave para el esclarecimiento el testimonio de otro indigente que solía parar en Gauchito Gil. Una noche lo vio llegar con un celular, una bicicleta blanca y un par de zapatillas, y el ‘Colo’ lo amenazó: «salí de acá, salí de acá porque te voy a cagar matando como a la piba», declararon las hijas de aquel testigo en el juicio. El hombre está internado actualmente en un geriátrico y no pudo atestiguar en el debate, pero sí lo hicieron sus descendientes, que al enterarse de eso que les comentó su papá dieron aviso de inmediato a la Policía y llevaron al hombre a declarar ante el fiscal que investigó el caso.

La bicicleta de Lucía fue vendida por el asesino en un kiosco de José C. Paz a cambio de “400 pesos y un paquete de galletitas”, ya que el vendedor decía que no tenía trabajo. “Como tenía el candado nunca dudé de su procedencia”, declaró el comerciante que la compró, que también se puso a disposición de la Policía.

Lucía intentó resistir el brutal ataque y lastimó al asesino, pero murió por un profundo corte que sufrió a la altura del cuello

El cuerpo de Lucía y la estremecedora escena, con sangre por varios lugares de la casa, fue hallado por Cristian Rodríguez, pareja de la chica por más de diez años, con quien había acordado encontrarse en el lugar. El muchacho llegó en moto cerca de las 19.30 y, al ver semejante escena, empezó a gritar para pedir ayuda. Pero ya era tarde: la mujer estaba muerta.

El juicio tuvo varias dificultades para llevarse adelante, principalmente por la pandemia. Pero, además, por la estrategia del propio condenado, que primero desistió en asistir a las audiencias y luego, cuando ya no era posible por el decreto de aislamiento obligatorio, quiso hacer uso de su derecho a dar su versión. La única opción que tenía el tribunal era que lo haga por videoconferencia, lo que finalmente no aceptó. La evidencia en su contra fue suficiente. Y la justicia, finalmente, puso las cosas en su lugar.

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