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viernes, abril 19, 2024
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Rocío Villarreal, la policía baleada en la comisaría de San Justo que lucha por volver a caminar

Rocío se levanta cada mañana a las 7. Se acomoda para acompañar a su hija de cinco años en el zoom del jardín. Aprovecha cada instante que tiene con ella. Sabe que la nena creció de golpe, y todavía recuerda esos 15 días que no la pudo abrazar y el año que estuvo lejos de casa después de la madrugada en que su vida cambió para siempre.

El 30 de abril de 2018, dos sujetos vestidos con ropa policial ingresaron a la comisaría 1ª de San Justo con la finalidad de liberar a un detenido en esa dependencia: Leandro Aranda. No pidieron permiso ni consultaron: entraron a los balazos. Los uniformados que estaban de guardia se defendieron como pudieron y la peor parte se la llevó Rocío. Dos proyectiles la impactaron en su cuerpo. El calor de uno de ellos, con orificio de ingreso por el pecho derecho, le provocó una lesión en la médula. Desde entonces está en silla de ruedas.

ROCÍO VILLARREAL Y SU LUCHA DIARIA: «NO BAJO LOS BRAZOS»

 

La joven agente, que actualmente tiene 27 años, aceptó el diálogo con Primer Plano Online después de varios días de insistencia. Incluso no quiso que sea por alguna plataforma digital sino por teléfono. Luego de la entrevista el cronista de este medio comprenderá por qué: es una mujer atravesada por el dolor, a la que le cuesta mantener el hilo de la conversación y que todavía tiene muy fresco lo que lo tocó padecer. “Morí sin morir y me abracé al dolor”, canta Charly García en ‘Rezo por vos’, uno de los clásicos del rock nacional.

Rocío vive en La Matanza con su mamá, su papá, su nena y su hermana. La miman. La cuidan. La pandemia, encima, es un obstáculo más, porque el balazo le perforó un pulmón. No sabe lo que es salir de su casa desde marzo. Interrumpió, incluso, su tratamiento kinesiológico de rehabilitación. Volver a caminar sabe que es difícil, pero es un anhelo que la mantiene expectante. Eso y ver crecer a su hija.

Rocío con su pequeña hijita: «a veces digo que no tuvo infancia porque tuvo que aprender de repente lo que le pasaba a mamá»

“No bajo los brazos. Veo videos, busco cosas, voy a luchar para volver a caminar hasta donde tenga fuerzas. Y si no lo consigo, hoy en día son muchas las cosas que se pueden hacer en una silla de ruedas”, asevera con tono firme. Habla de ella y del futuro, que es en definitiva su gran esperanza. Su rutina contempla ejercicios al mediodía mientras su chiquita juega en el patio. Su madre, mientras tanto, prepara la comida.

“No sé si estoy enojada con lo que me pasó. Sólo sé que me cagaron la vida, pero hoy en día puedo agradecer que estoy viva. Y que tengo fuerzas para pedir justicia”, enfatiza. Por el brutal e inédito ataque hay cinco detenidos a la espera del juicio, que se retrasó por la pandemia. Entre ellos está Ludmila Bustamante, pareja de Andrada y en la investigación como la ideóloga de la balacera.

EL CRUDO TESTIMONIO DE ROCÍO SOBRE EL ATAQUE: 

 

Los otros cinco acusados son Tomas Sosa, Daniel Alberto Rodríguez, Sebastián Ariel Rodríguez, el mecánico Gonzalo Fabián D’Angelo y Bruno Damián Postigo Marullo, primo de Bustamante. Para el debate oral y público ya fue designado el Tribunal Oral Criminal (TOC) Nº 4 de La Matanza, integrado por los jueces Franco Fiumara, Pablo Gayol y Nicolás Grappasonno. El fiscal será Ariel Speranza Rossi, de la Unidad Funcional de Instrucción 8 de ese departamento judicial.

Los delitos por los que serán juzgados son varios: cuatro “tentativas de homicidio agravado por el concurso premeditado de dos o más personas ‘criminis causae’ contra un miembro de la seguridad pública y por haber sido cometido mediante el empleo de arma fuego, portación ilegal de arma de guerra y evasión en grado de tentativa”.

A Rocío la ascendieron después del ataque. Era sargento y actualmente es subteniente de la Policía de la provincia de Buenos Aires. Pero todo resulta anecdótico frente a la mirada de su hija. “Tuvo que madurar de golpe. A veces digo que no tuvo infancia porque tuvo que aprender de repente lo que le pasaba a mamá. Me da la fuerza para seguir todos los días”, precisa. Y agradece a sus compañeros, que asegura “nunca me soltaron la mano”.

La joven subteniente reconoce que en ocasiones debe pelearse con la ART, a la que le pidió elementos para hacer ejercicios de rehabilitación en su casa mientras dure la pandemia y recibió como respuesta la negativa. Pero en el instante que cuenta eso rememora una anécdota que eriza la piel, como para no detenerse en obstáculos. Es el recuerdo de lo que sucedió la noche anterior al ataque.

Rocío y la foto de la noche previa al ataque, cuando su nena lloró para que no se vaya a trabajar

“Siempre trabajé de noche y mi nena siempre se despedía tranquila. Ese día pasó algo. Se puso a llorar y era como que me avisaba que algo malo iba a pasar”. Rocío eligió compartir la foto de ese día, poco antes de salir hacia la comisaría en la que pasó todo, cuando un compañero le avisó que se acercaba alguien y ella se asomó y se encontró con los dos atacantes apuntándola.

Ella los enfrentó, disparaba igual desde el piso pese a que ya no sentía las piernas. Nunca perdió el conocimiento, aunque por dentro le rogaba a Dios que no la lleve. “Mi mamá se va a morir del dolor cuando se entere”, se angustia. Recién 15 días después pudo volver a abrazar a su nena. También se quiebra al contarlo: es que la hija le preguntaba qué le había pasado. De a poco se fue enterando la verdad.

“¿Estás arrepentida de haber elegido ser Policía?”, le preguntó Primer Plano Online para cerrar la charla de casi media hora. “No”, contestó con un énfasis que no usó en todo el diálogo. “Volvería a elegir la carrera. Todas mis hermanas (son cuatro en total) son enfermeras y yo no quería. Fue por vocación: soy la primera policía de la familia”, afirma, mientras se prepara para una nueva batalla diarias, sin más armas que la voluntad para recuperar la sensibilidad y movilidad en sus piernas.

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