
Fueron 22 las puñaladas que recibió Cintia Verónica Laudonio (25) en su casa de Curutchet 1630 de Castelar. Pese a lo terrible de la descripción que realizó la médica que tuvo a cargo la autopsia, la mujer no murió en el dormitorio en el que fue atacada. Se paró, herida de muerte, y caminó hasta el baño. Quizá pretendía confirmar que su asesino se fuera de su casa y no lastimara a sus hijos. Cuando eso ocurrió, se dejó caer y ya no pudo seguir adelante.
El tremendo e impactante relato se escuchó hace instantes en la sala de audiencias del Tribunal Oral Criminal N° 4 de Morón, a cargo de los jueces Carlos Torti, Rodolfo Castañares y Pedro Rodríguez. El fiscal del juicio, Hernán Moyano, consultó todas las inquietudes respecto de la autopsia y logró develar algo hasta hoy desconocido: en el lugar del femicidio había establecido que fueron 17 las cuchilladas que recibió la víctima, pero en un análisis posterior del cadáver encontró 5 heridas punzantes más. Estremecedor.
La segunda jornada del debate oral y público también contempló el testimonio de los peritos psicólogos que analizaron la conducta de Halliú durante la etapa de instrucción. Ellos brindaron su mirada profesional coincidente en todos los casos: el asesino tenía plena conciencia de los hechos. Por lo tanto, la figura de emoción violenta está descartada.
El único imputado por el femicidio de Cintia se negó a declarar pero presenció las audiencias de ayer y hoy. Mañana, cuando brinden su testimonio los últimos testigos convocados por la justicia, antes de los alegatos de las partes, el presidente del tribunal tiene la obligación de invitarlo a expresar lo que quiera antes de la sentencia. Ahí tendrá la chance de hablar o seguirá en silencio esperando una condena que se prevé será la máxima establecida en el código penal: perpetua. Pero eso quedará en manos de los magistrados.