
Ya es la historia de un drama de nunca acabar el que padecen los vecinos linderos a la fábrica Rousselot, en Villa Tesei. Después de innumerables reuniones, quejas, manifestaciones públicas, promesas y supuestas obras para mejorar las condiciones de producción, los habitantes que poseen casas en cercanías de la firma siguen siendo víctimas de los olores nauseabundos que emana la empresa. Y, la más grave, es que no se avizora solución a corto plazo.
Quien visitó al barrio nuevamente para charlar con los damnificados fue el intendente de Hurlingham, Juan Zabaleta. El mandatario estuvo acompañado por el jefe de Gabinete, Pablo del Valle, y por el funcionario a cargo de los inspectores del Municipio. Las autoridades se acercaron a pedido de los propios vecinos, que se encuentran en una situación a la que definen como “desesperante”, hartos de los incumplimientos.
Según se desprende de la charla que mantuvieron y con fuentes a las que consultó Primer Plano On Line, el intendente pasó la responsabilidad de los controles al Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS), que no está concurriendo a la planta por pedido de la empresa, atento a que está llevando adelante el plan de reformas solicitado. “Si bien la Rousselot informa que realizaron trabajos para disminuir los olores, evidentemente, y a juzgar por el resultado, no dieron el efecto esperado”, le contó a éste medio uno de los vecinos que fue parte del cónclave privado con el alcalde.
El Municipio argumenta estar atado de pies y manos para enfrentar el problema, porque el poder de Policía real ahora está en manos del organismo provincial. Léase: más allá de los olores, es necesario un informe técnico del OPDS para que el Gobierno local pueda avanzar con la clausura. Zabaleta los escuchó, les dio la razón en la impotencia y se comprometió a gestionar una nueva reunión con el defensor del Pueblo bonaerense, Guido Lorenzino, y otro con el responsable del OPDS para que les informe cuáles son los pasos a seguir.
En el diálogo, los vecinos graficaron que hay una alcantarilla en Malaspina y Vergara, en Tesei, a pocos metros de la fábrica, que continúa emanando vapores con olores fortísimos, algo que expone que el proceso de tratamiento de gases y efluentes en la Rousselot sigue siendo tan precario como al principio de la batalla vecinal.
Para peor, las autoridades de la fábrica cortaron el diálogo con los habitantes del barrio y cerraron la posibilidad de que ingresen a la planta para controlar las obras, como hicieron en reiteradas ocasiones. Ahora, el camino a recorrer tiene terminal en el Gobierno bonaerense.